Director de Algunas chicas doblan las piernas cuando hablan: Ana Diez

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Algunas chicas doblan las piernas cunado hablanSan Fermines del año 1992. Jaime (Fernando Ramallo, protagonista de ‘La buena vida’, de David Trueba -1996) prefiere matar el tiempo en la piscina que perderse en la juerga alcohólica de La Fiesta. Observa a las chicas y las pinta en su libreta. Para él, éste será el último verano antes de acabar los estudios y entrar en el mundo adulto del trabajo y las responsabilidades. La introducción del filme puede fácilmente identificarse con El graduado (The Graduate, Mike Nichols, 1967).

En la piscina conoce a Silvia, con la que no llega a congeniar y finalmente a Eva (Paz Gómez). Ambos sellan un pacto en el que se comprometen a compartir amor, sinceridad y, por supuesto, sexo.

Jaime vive con sus padres y su hermano mayor, que cumple el servicio militar. Las relaciones familiares del protagonista son impersonales y vacías. Él intenta comunicarse con su hermano Alberto, pero parece haber entre ellos una barrera imposible de franquear.

El tiempo establece un círculo de amigos que reúne a tres parejas: Jaime y Eva; Alberto con su novia Natalia y Silvia y su compañero, a la que Jaime pretende no conocer, complicando las situaciones. Sin embargo, cuando todo discurre más tranquilo, Jaime se acuesta con Natalia, la novia de su hermano, y la tragedia viene a trastornar definitivamente la vida de todos.

Después de una elipsis cinematográfica, en el tiempo actual, el protagonista está casado en Madrid y es padre de una niña. Han pasado ocho años, y con motivo de un viaje a casa de sus padres, Jaime revive los sucesos pasados por cuyas causas ni siquiera se atreve a preguntar. De alguna manera, la atmósfera general del filme y el carácter del protagonista recuerdan al personaje Antoine Doinel de Truffaut.

“Algunas chicas doblan las piernas cuando hablan” también hace referencia a otros títulos de Truffaut como El amante del amor (L’Homme qui Aimait les Femmes, 1977), con el que el largometraje comparte numerosas claves de la trama.

Como en Una partida en el campo (Une Partie de Campagne, Jean Renoir, 1936), Jaime se siente frustrado por una vida que considera una basura y la sensación de que aquel verano dejó escapar a la mujer de su vida. Esta producción seminal de Jean Renoir es referente constante del cine sentimental para realizadores tan variopintos como el indio Satyajit Ray, que se inspiró en el mismo cuento de Maupassant ‘Día de campo’ y en la película de Renoir en su producción ‘Aranyer Din Ratri’ en 1970. Ana Díez realiza un interesantísimo ejercicio cinéfilo, bastante singular en nuestra filmografía. Con numerosas referencias cinematográficas de ‘Realismo poético’ Renoiriano y a ‘La nouvelle vague’.

El mayor handicap del filme se encuentra en que el espectador piensa que va a encontrarse con otra comedia ligera de ‘obsexos’ adolescentes desbocados. Y por el contrario, se topa con un drama profundo e intimista. Dotado de un final abierto, que aunque proporciona numerosas claves para su definición, no agradará al espectador medio que gusta de argumentos convencionales y resoluciones bien ‘masticadas’.

Las productoras Impala SA e Igeldo Komunikazioa Igeldo Communicat SL respaldan la obra con un presupuesto de 200 millones de las antiguas pesetas. Según el Ministerio de Cultura únicamente se recaudan 193.834,59 €, proporcionados por sus 44.902 espectadores.