Director de Brokeback Mountain: Ang Lee
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Con más de 14 millones de dólares, Ang Lee adapta el relato de E. Annie Proulx, sobre frustrados ‘Cowboys de medianoche’ en el ‘terreno vedado’ del sueño americano. Dos jóvenes de 19 años, ovejeros en los bastos horizontes de Wyoming comparten judías, botella de güisqui, tienda de campaña y algo más. La aventura del verano del 63 se termina y pasados los años, casados y con hijos, reanudan su secreta relación.
El realizador taiwanés, primer sorprendido por el éxito de su película, declara:»Leí el relato y me pareció conmovedor, me tocó muy de cerca, me removió por dentro. Hay dos personajes que se pasan 20 años regresando al sitio en el que empezaron, una montaña, pero también un lugar interior que ni siquiera ellos comprenden. Supongo que quise hacer la película porque el tema clave es ese sujeto tan enigmático para todos, el amor, las emociones que no puedes tener. Es muy existencial».
Ang Lee trató con anterioridad la cuestión de la pareja gay en El banquete de boda (Hsi yen, 1993). Si bien, al no entrar en un género tan netamente norteamericano, esta agudísima comedia, que ponía de manifiesto la hipocresía social, no tuvo la repercusión de su último trabajo.
La cuestión homosexual tiene bien poco de nueva, ni siquiera en un género tan machista como el western. De forma implícita se presenta en las tormentosas relaciones de Pat Garret y Billy el niño de El zurdo (The Left Handed Gun, Arthur Penn, 1958); El hombre de las pistolas de oro (Warlock, Edward Dmytryk, 1959) y El forajido (The Outlaw, Howard Hughes, 1941), donde, a pesar de los polémicos pechos de Jane Russell, diseñados por el propio Hughes- Como relata Martin Scorsese en El aviador (The Aviator, 2004)-, el tema central del largometraje eran los desmedidos celos de Pat Garret ante la atracción de Billy y Doc Hollyday.
En grandes clásicos como Río Rojo (Red River, Howard Hawks, 1948) y El hombre de las pistolas de oro (Warlock, Edward Dmytryk, 1959) hay claras referencias al tema. También westerns como El día de los tramposos (There Was a Crooked Man, Joseph L. Mankiewicz, 1970) presentan parejas homosexuales.
Si Nagisa Oshima destapó en Gohatto, en el año 2002, los secretos de los guerreros samuráis, era lógico pensar que, tarde o temprano, algún director como el también oriental Ang Lee daría paso a los rudos cowboys de rodeo y bar de música country.
El amor que no se atreve a decir su nombre está sutilmente retratado en numerosas producciones, en principio tan poco sospechosas como Ben-Hur (William Wyler, 1959), cuyo guionista, Gore Vidal, afirma que “La reunión de hombres, ya sea en el deporte como en el ejército, siempre produce homosexuales”.
Esta polémica cinta ha sido prohibida en algunos cines de Estados Unidos y calificada por La Conferencia de Obispos Católicos estadounidenses como «moralmente ofensiva». Sin embargo, no está alejada de otros largometrajes marcados por amores prohibidos como Lejos del cielo (Far from Heaven, Todd Haynes, 2002). Aunque este filme apunta hacia la cuestión racial de finales de los años 50.
Nadie ha dudado de los valores estéticos del largometraje, ni del tratamiento impecable del tema. Al margen de esto, Brokeback Mountain ha sido criticada por no hacer grandes aportaciones más allá de la tendencia sexual de sus protagonistas, y también de centrar toda la trama en esta cuestión. Al margen del morbo inicial que se puede suscitar, y desde el punto de vista romántico, está claro que no es un gran descubrimiento. Es obvio que si se tratara de una pareja heterosexual esta producción no hubiera llegado tan lejos (record en taquilla, tres Oscars y otros tantos Globos de oro). Pero en ese caso la pareja no hubiera encontrado ningún obstáculo y este filme nunca se hubiera producido.
Este relato amargo y nostálgico era tan necesario como inevitable. Del mismo modo en que Humphrey Bogart dijo en Rick’s Café “siempre nos quedará Brokeback Mountain”.