Director de Kinsey: Bill Condon
Critica x netotem©
Siempre que nos venga la mente la figura de Alfred Kinsey (1894-1956) le pondremos el rostro de Liam Nelson. El actor norirlandés da vida, esta vez, al científico que destapó los secretos de la sexualidad humana en el Siglo XX.
El director neoyorquino Bill Condon, que ya se remontó a los años cincuenta (el periodo más interesante del filme) para examinar los últimos días del controvertido director de títulos legendarios del cine de terror: James Whale, acomete, en esta ocasión, el trabajo de poner en veinticuatro imágenes por segundo la vida del ínclito Alfred Charles Kinsley.
El Kinsley de Bill Condon, después de estudiar concienzudamente el ‘apasionante’ mundo de las avispas, no tarda en descubrir que los alumnos de sus clases, no sólo no saben qué parte de su cuerpo se agranda cien veces, sino que desconocen las más básicas nociones de educación sexual. Decide iniciar sus investigaciones clínicas con rigurosidad entomológica. Asistido por su equipo de colaboradores, elabora un cuestionario que le permite ir descubriendo toda una serie de hábitos de conducta inaceptables para la sociedad de aquellos años, en la que el sexo era una cuestión de la que no se hablaba, sometida a férreas normas morales y religiosas.
En el desarrollo del personaje que nos ofrece el director, el propio Kinsley, que procede de una familia bastante puritana, va descubriendo su sexualidad a la vez que se revela la del resto de sus compatriotas. De esta manera, Alfred Kinsley (no sabemos si está bien documentado o es una licencia del guionista) mantiene relaciones homosexuales con un colaborador, que posteriormente es amante también de su mujer. Las situaciones maritales se complican con peleas y discusiones cuando dentro de su equipo comienzan a intercambiarse las esposas.
El filme refleja con claridad lo difícil y complejo de las relaciones humanas (no únicamente limitado a lo estrictamente sexual). Y es que, como sentencia el dicho de uno de los personajes secundarios de Hable con ella (Pedro Almodóvar, 2002), cuando se descubre todo el pastel: ‘la jodienda no tiene enmienda’.
Con sus controvertidos informes sobre “El comportamiento sexual en hombres varones” en 1948 y “El Comportamiento Sexual de la Mujer” de 1953 (que se convirtieron inmediatamente en best sellers mundiales), este zoólogo de La Universidad de Indiana dinamitó la imagen que los hombres y mujeres tenían de sí mismos. En medio de la conservadora guerra fría, destapó la homosexualidad, la masturbación y otras conductas contrarias a los tradicionales ‘valores americanos’. Es difícil imaginar el alcance de esta información tuvo en la sociedad de la época, cuando en la Norteamérica actual todavía un sector importante y poderoso de la población, atrincherada en su modelo creacionista del “diseño inteligente” se niega a aceptar la teoría de la evolución del Origen de las especies de Darwing, ni el Lamarkismo, y son poderosísimos e influyentes los sectores sociales que se oponen a que las ideas evolucionistas sean material docente en los centro educativos.
Este nuevo biopic Hollywoodiese pone de manifiesto la repercusión social de estos informes. La gente comenzó a hacerse preguntas sobre ellos mismos con respecto al sexo, descubriendo su propia ignorancia, generando grandes dosis de escándalo y rubor.
Desde el punto de vista humano, descubrió a muchos homosexuales que sus pulsiones no eran fruto de la depravación, sino una tendencia compartida por un alto porcentaje de la población. Los informes influenciaron la cultura de la época, sirviendo como base para los movimientos hippie y pacifista de décadas posteriores, basados en el amor libre: ‘haz el amor y no la guerra’.
En su tiempo, Kinsey fue acusado de la propagación, a través de sus publicaciones, de toda clase de depravaciones sexuales, y de haber inflingido un daño irreparable al matrimonio, promoviendo los embarazos no deseados y la multiplicación de las familias monoparentales, la proliferación de la pornografía, el SIDA y las enfermedades de transmisión sexual, el abuso sexual de niños, acoso sexual, violaciones y hasta de matar a Manolete.
Kinsey, producida por Francis Ford Coppola, no es una película de grandes valores cinematográficos. Sin embargo, es una película importante, que aunque tiene algunos precedentes televisivos, nadie hasta la fecha se había atrevido a afrontar en el cine. Trata el tema de forma correcta, desde el punto de vista fisiológico y científico, sin miramientos ni cuestionamientos morales, pero sin caer en el morbo de la cuestión, susceptible de levantar ampollas. También contiene un par de episodios con casos de ninfomanía y promiscuidad, obligatorios para que el filme no caiga en la mojigatería habitual.
En estos tiempos actuales, en que el puritanismo está firmemente asentado en la sociedad y política norteamericana, además de tener un referente cinematográfico en la película La Pasión de Cristo (The passion of the Christ, Mel Gibson, 2004), aparecen también otras voces que denuncian prejuicios y represiones sociales y morales de otra época, que, desgraciadamente, tienen que ver demasiado con la nuestra.