Director de Las verdes praderas: Jose Luis Garci
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José Rebolledo es el ejecutivo que saca las castañas del fuego en su empresa un día sí y otro también. Quedan ya lejanos los tiempos en que se quemaba las pestañas estudiando. Empezó desde abajo y ha llegado muy alto. Desde la localización cinematográfica del despacho en la sede de la antigua Rumasa – del Superman a tiempo parcial Don Ruiz Mateos -, tiene unas magníficas vistas a la madrileña Plaza de Colón.
Nuestro protagonista ha hecho un gran esfuerzo para poder identificarse con la gente con clase (los ricos de toda la vida), representados por su jefe – Un no demasiado galdosiano ‘Doña Perfecta’- y el director al que se hace descaradamente ‘la pelota’.
Rebolledo es el paradigma de la emergente clase media de la España de la transición y el milagro económico. Con su inglés castizo, el chalet con chimenea en Cerceda y su particular fin de semana de chándal, barbacoa y carrusel deportivo en La Sierra.
El largometraje muestra el obligado partido de fútbol; el cortador de césped estropeado; las bicis de los críos; la insoportable suegra con ínfulas de Lady Macbeth; el cuñado ‘gilipollas’ y el informe para el lunes por la mañana.
Después de 42 años esperando una vida mejor, Rebolledo se siente estafado y frustrado por su tragedia cotidiana. Descubre que todo por lo que ha luchado en su vida carece de sentido. Ha estado trabajando para Seat, Zanussi, Banus, Phillips, El Corte Inglés, y la piscina que acabará construyendo en el jardín. Detrás de la carrera de ratas del consumismo sólo encuentra la vacuidad de las posesiones materiales. Ha peleado toda su vida por ser aquel señor sentado a la puerta del chalet que vio un día de excursión con su padre. Para darse cuenta, al fin, de que ya no quiere ser el hombre en que se ha convertido.
Don Alfredo Landa está inmenso en su papel. Mucho más sutil e ingenioso que en cualquiera de las producciones del despreciado ‘Landismo’. Además, hay que sumar la extraña complicidad que hace entrañables las escenas que comparte con su abnegada esposa (la actriz María Casanova). Aunque, para ser justos, habría que destacar las interpretaciones de todo el elenco, que uno a uno, realiza papeles más que notables. El largometraje fue galardonado con el Premio Cinematográfico del Ministerio de Cultura «Especial Calidad».
Esta producción de José Luís Garci plantea sugestivas cuestiones dentro del panorama del cine español. Suma al modelo de clase social desorientada con profundos sentimientos de decepción frente el cambio político post-franquista de su “Asignatura pendiente”, un consumismo feroz, que se opone de forma radical a la visión idealizada de ‘Las Verdes Praderas’.