Director de Shortbus: John Cameron Mitchell
Critica x netotem©
Atendiendo al planteamiento inicial, este filme, del cineasta John Cameron Mitchell, es una tragicomedia de corte clásico. Shortbus es un local postmoderno, que pretende proyectar el espíritu de los happenings warholianos, donde abundan las expresiones como: “Esto es como los sesenta, pero sin esperanza”. La comedia cuenta con diálogos frescos y vivaces, situaciones divertidas y a su vez bastante dramáticas. La cinta no se priva de sus buenas raciones de tecnología CGI y un montaje en ocasiones muy ‘clipero’, al estilo MTV, sazonado con la música más IN del momento.
Si nos centramos estrictamente en el contenido, el argumento resulta del todo convencional. La película desarrolla, con gran sentido del humor, eso sí, las peripecias de una pareja gay, que forma finalmente un trío, una terapeuta sexual en su predecible y de lo más pueril búsqueda del primer orgasmo y unos pocos personajes más… Situaciones, todas ellas, a priori, sin demasiado interés.
A pesar de sus pretensiones vanguardistas, y sus observaciones sobre ‘La Zona Cero’, este filme neoyorquino tampoco hace especial referencia al espíritu post 11S, que resulta del todo determinante en otras producciones.
En el planteamiento formal es donde el filme ha llamado la tención de crítica y público. Aunque la obsesión por el sexo es una cuestión redundante, no lo es tanto la presentación en pantalla de primeros planos de genitales y escenas de prácticas sexuales. Para que no falte nada, son imprescindibles unas cuantas escenas de un sado bastante light y algunas orgías aquí y allí.
El sexo explícito en el cine contemporáneo no es del todo nuevo, ya asomó tímidamente en el Dogma de Los idiotas (Lars Von Trier, 1998), los filmes siempre polémicos de Larry Clark, y más recientemente, en The Brown Bunny (Vincent Gallo, 2004) y la cinta Nine Songs (2004), donde el británico Winterbottom decidió sobrepasar, sin reparos, la ‘delgada línea roja’ que separa las producciones corrientes y el cine X.
Desde el clima ultra conservador y pacato que nos ha tocado vivir, no se ve, precisamente, con buenos ojos este tipo de manifestación fílmica, sin embargo, son los mismos medios que promueven, sin reparos, la inundación de las parrillas televisivas del más obsceno cotilleo y no se asustan de la violencia más gratuita y descarnada, los que, a la postre, ponen el grito en el cielo y fingen rubor y escándalo ante el sexo.
La inclusión de escenas de sexo añade nuevos matices al filme, mayor expresividad y simbolismo, imposible de obtener con los actores vestidos. Aunque, al fin y al cabo, los personajes del director y guionista John Cameron Mitchell, con su apática rebeldía, sólo buscan, como todo hijo de vecino, la hipotética e inalcanzable felicidad.
Shortbus no pasará a la historia del cine por su originalidad, ni como película de culto, representativa de una época. Sin embargo, nadie podrá negar a esta cinta independiente la aportación de su granito de arena en aras de suprimir la absurda frontera que separa el cine comercial convencional y el pornográfico.