Director de Solo ante el peligro: Fred Zinnemann
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Pocas cosas puede haber más molestas en la vida que a uno le vengan a fastidiar la luna de miel el día que en se casa con Grace Kelly (Grace de Mónaco en su primer papel protagonista). Y más doloroso todavía, teniendo en cuenta que después de los esponsales Will Kane (2º Óscar para Gary Cooper) ha decidido abandonar el cargo de Sheriff.
Así es, ni más ni menos, como comienza Sólo ante el peligro, y encima, y para agravar la situación, sus conciudadanos le dan la espalda, con lo cual nuestro Marshal tiene que hacer frente en solitario a Frank Miller (Ian McDonald) y sus matones.
Uno a uno todos abandonan: el Juez Percy Mettrick (Otto Kruger) decide cambiar de aires; el ayudante Harvey Pell (Lloyd Bridges) está atormentado por los celos; en la cantina se ríen de él; incluso los buenos cristianos permanecen en la misa dominical en actitud evasiva. Una buena parte del pueblo quiere que vuelva Miller, el caos no es del todo malo para sus negocios. La mayoría pretende ignorar el problema. Sólo personas marginales, como el chico de los recados, y el tuerto se prestan a ayudarle. Los ataúdes van a resultar insuficientes en Hadleyville y Cooper redacta su última voluntad.
Miller vuelve a la ciudad a vengarse porque fue encerrado en prisión por el Marshal. Se trata, además, de una cuestión personal, porque Miller, el Sheriff Kane y el ayudante Harvey Pell se han sucedido en el lecho de Dolores (una extraordinaria Katy Jurado). Ésta vende precipitadamente su tienda y se va con Grace Kelly en el mismo tren en el que llega Miller, aunque Grace se arrepiente en el último momento y vuelve a ayudarle. Hay un momento en que el mismo Cooper, desesperado, abandona. Sin embargo, vuelve a cumplir con su deber. El desenlace se resuelve a tiro limpio, en un final que cumple escrupulosamente las convenciones del género.
Aunque nos parezca incuestionable la presencia de Gary Cooper como protagonista, no estaba tan claro en un principio. En un primer momento se pensó para el largometraje en Brando, Peck, e incluso en Charlton Heston, y sólo al no llegar a acuerdo con ninguno de ellos, se adjudicó el papel al héroe por antonomasia del cine norteamericano: ‘Gary Cooper que estas en los cielos’.
La acción transcurre entre las 10:35 y 12:15, casi en tiempo real, puesto que el filme dura 85 minutos. El reloj tiene un papel más que notable, es un personaje cargado de connotaciones dramáticas que añaden presión psicológica a la trama. Estos recursos fueron utilizados anteriormente en Nadie puede vencerme (The Set-Up, Robert Wise, 1949) y El pistolero (The Gunfighter, Henry King, 1950). El modelo se convirtió casi en un stándard, replicado casi en serie posteriormente, en obras como Duelo de titanes (Gunfight al OK Corral, JohnSturges, 1957) o El tren de las 3:10 a Yuma (3:10 to Yuma, Delmer Daves, 1957). Howard Hawks interpretó el patrón en sus propios términos en Río bravo en 1959 y Abraham Polonsky dirigió un western reivindicativo antirracista, otra alegoría de la persecución maccartista a su vuelta de las listas negras en El valle del fugitivo (Tell Them Willie Boy is Here, 1969). Pero es quizás Atmósfera cero (Outland, Peter Hyams, 1981) la versión más original en su presentación del western espacial con la puerta del bar de Júpiter que se abre de la mima forma que en la cantina.
El filme representa un paso adelante para el western clásico. Sin recurrir a paisajes fordianos el largometraje alcanza dimensiones neorrealistas, psicológicas e intelectuales, con una implicaciones anti-maccartistas de las cuales su director Fred Zinneman jura y perjura no haber estado al tanto.
El proyecto fue concebido por el productor y director Stanley Kramer, quién compró los derechos de “The tin star” de John Cunningham y colaboró con su guionista Carl Foreman para sacar adelante este western psicológico cimentado en una alegoría de la persecución maccartista. El propio Foreman, ateniéndose a la Quinta Enmienda, se negó a colaborar con el Comité de Actividades Antiamericanas, por lo que fue incluido en las listas negras y se vio obligado a emigrar a Europa. Por desgracia, aunque ambos estuvieron nominados (por mejor película y guión), ninguno consiguió llevarse la preciada estatuilla.
No obstante, el filme cosechó grandes éxitos de crítica y público. Además del Óscar de Cooper, el largometraje se llevo el del mejor montaje, otro por la partitura de Dimitri Tiomkin y uno más por la canción High Noon (Do Not Forsake Me, Oh My Darlin’), compuesta por Tiomkin y Ned Washington.
Sólo ante el peligro abrió el camino a la protesta contra la caza de brujas a otros westerns como Silver Lode (Filón de plata, Allan Dwan, 1954) en la que el malo se apellida Maccarthy; Johnny Guitar (Nicholas Ray, 1954) y El hombre de las pistolas de oro (Warlock, Edward Dmytryk, 1959).
La película está planteada como una sublimación del individualismo como valor contrapuesto a la caza de brujas de una de las etapas más oscuras de la historia norteamericana. Esta actitud de los cineastas fue definida por Orson Welles con la frase: “lo malo de la izquierda americana es que traicionó por salvar sus piscinas”.