Crítica x Dilettante©

La Sra. Dilettante me ha regalado para mi cumpleaños la primera temporada de «Los Munster». Casi mil horas de entretenimiento catódico para todos los públicos. Solo una pega, el doblaje es en castellano neutro por lo que me pierdo el magnífico trabajo que realizó Valeriano Andrés doblando a Herman Munster para la versión española y que caracterizaba de una manera entrañable al gigantesco cabeza de familia.

Lejos de mi ánimo entrar en el estúpido debate sobre cuál es el mejor doblaje, si el castellano de España, el neutro o cualquiera de los que se puedan realizar en Latinoamérica. El mejor doblaje siempre suele resultar aquel con el que has accedido y te has familiarizado con la serie o película en cuestión. ¿Alguien se imagina a Pedro Picapiedra hablando en castellano de Valladolid? El Sr. Dilettante siempre sonríe nostálgico ante los doblajes neutros que conformaban el 100% de las series que adoraba en su primera infancia.

Con la película de «Los Simpsons» recién estrenada, me apetece volver a una de las primeras familias disfuncionales de la televisión, con un encanto que se ha renovado con el paso del tiempo. Mi primer encuentro con «Los Munsters» vino de la mano de «La Bola de Cristal» a mediados de los años 80.

El difunto Antonio Blanco en su imprescindible libro «Televisión de culto»[1] dice: «los noctámbulos que, cual cenicientas catódicas, abandonábamos mujeres y amigos en el «after-hours» para pasar la resaca viendo a los Munsters en la Bola de Cristal». El Sr. Dilettante solo se permite añadir que él, además, consumía café y cigarrillos en cantidades industriales y anhelaba unos zapatos como los de Herman.

Los Munsters son una familia feliz. El padre, Herman Munster, es de origen alemán. Lo empezaron a construir en 1812 en la Universidad de Heidelberg. Problemas con los suministros retrasaron su finalización hasta el año 1814. Lily Munster es su esposa, se encarga de mantener la mansión Munster en perfecto estado, llegando a tejer ella misma amorosamente las telarañas que la decoran.

Eddie Munster es su retoño, duerme en un ataúd y juega con sus vecinitos… cuando consigue atraparlos. El abuelo es el padre de Lily, originario de Transilvania, tiene más de trescientos años y echa de menos salir por las noches, pero tiene artritis en las alas. La sobrina Marilyn tiene quince años (aunque aparenta veintitantos), se considera la mujer más fea del mundo y su único afán es encontrar un marido. Todos juntos encarnan a la familia perfecta americana y ellos mismos están convencidos de ello, sorprendiéndose mucho cuando la gente huye espantada al verlos.

La serie solo se emitió durante dos temporadas, la de los años 1964 y 1965. Se compone de 70 episodios de 25 minutos en blanco y negro. El episodio piloto que ha permanecido inédito, según reza la carátula del dvd, se rodó en color. Según el libro»Telemania»[2] (típico producto sobre «cultura popular» de los años 90, cargados de errores y en los que jamás se citaban las fuentes para que no pudiésemos detectar la «intertextualidad» de la que hacían gala en relación con los textos originales en inglés o francés) la idea original de los Munsters la tuvieron dos productores de televisión, Joe Connelly y Bob Mosher, que querían resucitar en formato televisivo a los monstruos clásicos de la Universal.

La caracterización de los personajes corrió a cargo del departamento de maquillaje de los estudios Universal con un resultado que hoy en día resulta un poco chirriante pero que, en mi opinión, no hace sino reforzar el atractivo de la serie. Posteriormente los Munsters protagonizaron un par de largometrajes que no he tenido ocasión de ver y sufrieron un espantoso «remake» en los años 80 del que mejor ni hablaremos.

El meta argumento sobre el que giran las tramas de los capítulos es la reacción de la «gente normal» ante la actitud perfectamente integrada de una familia compuesta por los monstruos clásicos del cine (el monstruo de frankestein, el vampiro y el hombre lobo). La ingenua moralina que impregna todas las tramas suele es siempre parecida, son los monstruos los que tienen un mejor comportamiento.

Como en televisión no es nada casual, no resulta especialmente descabellado argumentar como hipótesis que los Munsters son un reflejo, ciertamente distorsionado y extraño, de la situación que vivían los afroamericanos en los Estados Unidos en los años 60. Por un lado estaban finalizando lenta y dolorosamente el recorrido hacia la igualdad legal en todo el país, pero por otro se enfrentaban a los prejuicios racistas de la sociedad blanca. Así, la situación de las primeras familias de clase media afroamericanas que se instalaban en los suburbios blancos se enfrentaban a las mismas reacciones de incomprensión y miedo de sus vecinos que los Munsters.

Elucubraciones al margen, estas vacaciones pienso disfrutar muchas horas de una de mis familias televisivas favoritas.

[1] Blanco, Antonio. Televisión de Culto. Biblioteca del Doctor Vértigo. Editorial Glenat. 1996

[2] Prats, Juan Carlos. Telemanía. Una crónica de la era dorada de la televisión. Editorial Midons. Valencia 1996.