Director de Apocalypse Now: Francis Ford Coppola
Reparto: Martin Sheen, Marlon Brando, Robert Duvall, Frederic Forrest
El capitán Willard (Martin Sheen) es enviado a Camboya en misión secreta para asesinar al coronel Kurtz (Marlon Brando), quien se ha refugiado en la selva y con su ejército montaraz y se dedica a hacer la guerra por su cuenta.
Nos encontramos ante una especie una road movie acuática y lisérgica que cita a T. S. Eliot. Kurtz es el personaje Conradiano de ‘El corazón de las tinieblas’, más mesiánico incluso que Patton (Coppola tiene el Oscar al guión por esta película) con el mito del superhombre de Nietzsche rondando siempre por la jungla.
También se nos presentan los cuatro elementos: El Fuego con los bombardeos y el Napalm; El Agua de la playa y el río; El Aire, con el viento y los helicópteros y La Tierra en el barro y el espeso follaje selvático.
Se puede hablar del ataque cardiaco de Martin Sheen o del sueldo de un millón de dólares de Brando, sin embargo la película va mucho más allá. Coppola y su equipo perdieron completamente los papeles y las peripecias de la mítica y desastroso rodaje, que costó 31 millones de dólares, se relatan en el documental: Hearts of Darkness: A Filmmaker’s Apocalypse, rodado por Fax Bahr, George Hickenlooper y Eleanor Coppola, la propia esposa del director.
Las normas dictan: ‘Never get out of the boat’, sin embargo Kurtz bajó del bote y llevó la guerra hasta sus últimas consecuencias. A una guerra surrealista y alucinógena, y no solamente por el LSD. La búsqueda de coronel nos lleva más allá de los límites de la locura, representados por el puente de Do Lung, que cruzan durante la noche. Más allá del puente solo hay cabezas cortadas y el horror, solo está Kurtz.
El coronel Kurtz está inspirado también en la búsqueda del Dorado de Aguirre, la cólera de Dios (Werner Herzog, 1972), en T.S Elliot y ‘La tierrra baldía’ y su mito Artúrico. La trama cuenta, como en cualquier Odisea Homérica que se precie, con las sirenas de Ulises, personificadas, en esta ocasión, por las conejitas de Play Boy.
La cuidada fotografía de Vitorio Estoraro aporta significado gracias a la sabia utilización de las atmósferas y las variaciones cromáticas. En el filme se dan cita innumerables secuencias de singular belleza, a destacar aquella de los helicópteros sobrevolando su objetivo con la frenética partitura de la cabalgata de las Valkirias de Wagner y la utilización en los créditos del tema ‘The End’ de The Doors.