Director de Más extraño que la ficción (Stranger Than Fiction): Marc Forster

Y así hizo lo que tantas canciones punk-rock le habían dicho que hiciera tantas veces: vivir su vida

Al darle un mordisco a una galleta glaseada de Babaria, Harold por fin tenía la sensación de que todo iba a salir bien. En ocasiones, cuando nos perdemos en el miedo y la desesperación, en la rutina y la constancia, en la desilusión y la tragedia, habría que dar gracias a Dios por las galletas glaseadas de Babaria. Y, afortunadamente, incluso cuando no hay galletas aún no puede reconfortar una mano conocida acariciándonos. O un gesto amable y cariñoso. O un apoyo sutil para respirar la vida. O un abrazo tierno. O unas palabras de consuelo. Y no olvidemos las camillas de hospital, y los tapones para la nariz, y la repostería que sobra, y los secretos susurrados, y las Fender Stratocaster, y, tal vez, alguna que otra novela. Y hay que tener en cuenta que todas estas cosas, los matices, las anomalías, las sutilezas que creemos que no son más que complementos en nuestras vidas de hecho están presentes por una causa mucho mayor y más noble. Están para salvarnos la vida. Sé que la idea resulta extraña, pero también sé que es la pura verdad

Quizás esto le suene a marciano, estoy metido en una tragedia

Porque era una novela sobre un hombre que no sabe que está a punto de morir y muere. Y entonces muere. Pero sí sabe que va a morir y aun así muere, muere por voluntad propia, sabiendo que él podía evitarlo es ¿No es ese la clase de hombre que habría que mantener con vida?