(10:30) aun los cabellos de tu cabeza están todos contados
(10:34) No vengo a traer la paz, sino la espada
(12:30) El que no está conmigo está contra mí
(12:33) Al árbol es lo conoce por su fruto
(16:18) Tú eres Pedro y sobre esta roca yo construiré mi Iglesia y las puertas del infierno no triunfarán jamás
(18:20) Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente entre ellos
(18:21) Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?
– Dícele Jesús: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete
(18:9) Si tu ojo te ofende arráncatelo y tíralo: es mejor entrar en la vida eterna con un ojo que ser arrojado con tus dos manos o tus dos pies en el fuego eterno
(19:24) Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios
(19:30) Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos
(24:7) Se levantará nación contra nación y reino contra reino
(25:40) De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis
(26:34) Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces
(26:39) Si es posible aparta de mí este cáliz
(26:52) Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán
(3:2) Arrepentíos, porque el reino de los cielos está cercano
(4:18) Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres
(5:3) Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos
(6:24) No podéis servir a dos señores: no podéis servir a Dios y a las riquezas
(6:28-29) Mirad los lirios del campo, cómo crecen. No trabajan ni hilan, pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos
(7:1) No juzguéis, para que no seáis juzgados
(7:15) Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces
(7:16) Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos
(7:16) Por sus obras los conoceréis
(7:6) No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos
(8:8) Señor no soy digno de que entres en mi casa
(9:17) Tampoco los hombres ponen vino en botellas viejas
(91:22) Aquellos que Dios ha unido que no los separe el hombre