Autor de Madame Bovary: Gustave Flaubert
Emma trataba de saber lo que significaban justamente en la vida las palabras felicidad, pasión, embriaguez, que tan hermosas le habían parecido en los libros
Madame Bovary, de Gustave Flaubert, es una crítica a la sociedad burguesa del siglo XIX.
La palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas
– ¿Sabes lo que necesitaría tu mujer? -decía mamá Bovary-. ¡Serían unas obligaciones que atender, trabajos manuales! Si tuviera, como tantas otras, que ganarse la vida, no tendría esos trastornos, que le proceden de un montón de ideas que se mete en la cabeza y de la ociosidad en que vive.
– Sin embargo, trabaja -decía Carlos.
– ¡Ah!, ¡trabaja! ¿Qué hace? Lee muchas novelas, libros, obras que van contra la religión, en las que se hace burla de los sacerdotes con discursos sacados de Voltaire
Emma Bovary no encuentra en su ornamental y monótono matrimonio las expectativas de las novelas románticas que devora. La aburrida realidad provinciana no es en absoluto satisfactoria, la protagonista ansía en su vida las aventuras de sus lecturas pasionales, como un Don Quijote enloquecido por novelas de caballería.
La palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas
El escenario cotidiano no está a la altura de sus expectativas emocionales ni materiales. El inconformismo arrastra a Emma Bovary a acumular mentiras, adulterios y deudas sin parar. Sin solución posible todo acaba con el más trágico final para todos los protagonistas.
El drama de Emma es el abismo entre ilusión y realidad, la distancia entre deseo y cumplimiento – Mario Vargas Llosa