Autor de Rayuela (Hopscotch): Julio Cortázar
A su manera, este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros – Julio Cortázar
A ritmo de Jazz, Julio Cortázar nos hace jugar a su Rayuela, y nos hace perdernos por las callejuelas de un París habitado por La Maga.
Es raro cómo se puede perder la inocencia de golpe, sin saber siquiera que ha entrado en otra vida
Rayuela tiene el raro privilegio de ser considerada la primera novela moderna.
La realidad está ahí y nosotros en ella, entendiéndola a nuestra manera pero en ella
Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio
Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja
Mis pasos en esta calle
Resuenan
En otra calle
Donde
Oigo mis pasos
Pasar en esta calle
Donde
Sólo es real la niebla – Octavio Paz
Julio Cortázar desvela la naturaleza plástica del mundo y, en un alarde de visión futurista, vaticina una distopía peor que la pesadilla orwelliana o huxleyana.
El reino será de material plástico, es un hecho. Y no que el mundo haya de convertirse en una pesadilla orwelliana o huxleyana; será mucho peor, será un mundo delicioso, a la medida de sus habitantes, sin ningún mosquito, sin ningún analfabeto, con gallinas de enorme tamaño y probablemente dieciocho patas, exquisitas todas ellas, con cuartos de baño telecomandados, agua de distintos colores según el día de la semana, una delicada atención del servicio nacional de higiene, con televisión en cada cuarto, por ejemplo grandes paisajes tropicales para los habitantes del Reijavik, vistas de igloos para los de La Habana, compensaciones sutiles que conformarán todas las rebeldías